Los motivos de las marchas fifis…

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Por Francisco Cuéllar Cardona

¿Qué hay atrás de las manifestaciones en contra de Andrés Manuel López Obrador?, ¿quiénes las promueven?, ¿son espontáneas y auténticas?. Estas son algunas de las interrogantes que
se hacen muchos luego de ver en las calles del país los reclamos que exigen la renuncia del presidente más votado en la historia y que tiene apenas cinco meses en el poder.
No existe un antecedente de este tipo de reclamos con estas características en la historia del país contra ningún presidente mexicano, apenas llegado al poder; ni en los peores momentos del priato decadente se vio algo parecido; ocurría sí, pero a la vuelta de un año de gobierno o al final, pero en los arranques, jamás. Sin embargo, esto en el primer círculo del presidente, y él mismo, deben poner bajo la lupa estos eventos que no pueden desdeñarse ni pasarse por alto.
Y es que siendo objetivos, exigir resultados apenas 150 días de gobierno, es una exageración. Aun cuando el presidente haya prometido en campaña mil cosas; todos lo hacen y nunca lo cumplen, y en este caso no es la excepción. El poder desgasta desde el primer segundo que se asume, y Andrés Manuel ha cometido errores muy elementales que ha descorazonado a muchos que votaron por él, pero de ahí a salir a la calle a exigir su renuncia, se antoja una petición desparatada, que sólo se puede entender que es movida por grupos antagónicos, y que no son propiamente la llamada “mafia del poder”.
Los que han salido a las calles y dado la cara, están plenamente indentificados: son figuras del PAN y grupos de la ultraderecha que se ruborizaron y les provocó urticaria la llegada al poder de un hombre con un perfil polémico que desata tempestades y confrontaciones, pero no es con reclamos callejeros como van hacer cambiar y modificar la terquedad del tabasqueño. Pareciera que le quieren dar una probada de su propio chocolate al presidente; es decir, que con protestas en la calle, le quieran pegar al “Rey de las Protestas”.
Hay que entender que protestar y exigir la renuncia del AMLO en la madrugada de su gobierno, es darse un tiro en el pie, cuando los niveles de aprobación que trae son muy altos. El tiempo es el mejor juez que pasará la factura y podrá en su lugar a López Obrador y sus errores; ahora es muy temprano para hacer juicios.
Si en un año la violencia y la inseguridad sigue creciendo, si la economía continúa a la baja, si el desempleo cae y las inversiones no llegan como está sucediendo, si se empiezan a ventilar casos de corrupción documentados, si las libertades se acaban, y los grandes males del país permanecen como ahora, entonces, el tiempo se encargará de poner en su lugar a quien despertó una esperanza en medio del dolor y del caos.
Si dentro de 365 días, el presidente no puede poner ordenar en el desorden que le dejaron, y le sigue echando la culpa a los que se fueron como suelen hacerlo todos los que llegan en calidad de redentores del cambio, entonces sí, que vengan todas las marchas fifís y no fifís. El tiempo es implacable cuando tiene la razón. Y si López Obrador no puede con el paquete que le entregaron los 30 millones de votantes, no lo va a salvar su honestidad valiente que hoy tanto presume.
Todo a su tiempo. Las marchas y las exigencias de renuncias están fuera de lugar, pero también son llamadas de atención para el Presidente que debe entender que no siempre se tiene la razón.
Y si no lo entiende, que le pregunte a Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco en Nuevo León que llegó con un respaldo popular histórico y hoy es es el gobernador más repudiado por la gente que votó por él. Que Andrés Manuel López Obrador se vea en ese espejo.

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