El andar del migrante y su paso por Nuevo León…

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Por Francisco Cuéllar Cardona

Monterrey, NL.-A la casa INDI de la Parroquia Santa María Goretti, le cuesta un promedio de 30 mil pesos diarios darle de comer a más de 500 migrantes centroamericanos que llegan cada semana y a quienes se le sirven un estimado de mil 500 platillos de comida al día.

A ello hay que agregarle lo referente a atención médica, servicios de telefonía para que se comuniquen con sus familiares que dejaron en Honduras, El Salvador, Nicaragua y otros países del continente.

“Del gobierno de Nuevo León no se recibe nada, cero, ningún apoyo. Hace dos semanas fue el Padre Felipe con el gobernador y no logró arrancarle ni un solo centavo.

“Las donaciones para darle de comer a los migrantes son de la sociedad civil, porque ni el gobierno federal quiere ayudar”, dice José Jaime Salinas Flores, coordinador de Donativos de la Casa INDI (Institución Normativa de los Indigentes), quien sumido en un mar de papeles, llamadas telefónicas y confesiones de los migrantes detalla el drama diario de los centroamericanos que han tomado a Monterrey como su albergue temporal.

En los accesos a la parroquia, del albergue y adentro de las oficinas de la Casa INDI las historias de los migrantes duelen y conmueven.

Tal es el caso de “María”, la mujer centroamericana que está sentada en el mueble con la mirada perdida. Acaba de llegar de Nuevo Laredo en donde le mataron a su hijo y a su hermano y no sabe qué hacer, ni tiene a dónde ir.

“Las bandas del crimen se están aprovechando de todo esto. Ahora mismo muchos están regresando de la frontera porque en Nuevo Laredo y Reynosa son víctimas de las delincuencia.

“Vienen heridos, con el ánimo destrozado, violados; es lastimoso verlos”, cuenta José Jaime Salinas, quien advierte que esto se va a poner peor y va para largo. Pues se habla de que 25 mil serán echados de los Estados Unidos y vienen para acá.

-¿Y se están regresando a su país?.

-“No, se están quedando en Monterrey a la espera de que se compongan las cosas. Mientras aquí están donde reciben techo y alimentos”.

En los albergues hay 80 mujeres y 40 niños, y los hombres que suman hasta 300. La semana pasado nacieron dos niños y ya se les arreglaron los papeles, solo les falta su pasaporte para poder enviarlos a sus país.

En los albergues hay reglas para dormir, comer y asearse. Incluso hay una área donde se quedan quienes llegan con aliento alcohólico.

“A ellos se les aparta para que no molesten a los demás”, añade Salinas Flores.

En el Instituto Nacional de Migración y en el Consultado ya ni les abren las puertas a los migrantes. el INM está colapsado. Nada quieren saber de ellos.

“Luis” es un hondureño que está recargado en la pared del albergue y pregunta sobre la calle Juaréz y Carranza, en donde dice que vive un pollero que le prometió llevarlo hasta Michigan, en donde ya estuvo trabajando pero tuvo que regresarse a resolver problema de familia y ya no pudo volver porque lo robaron y le quitaron todos los papeles que traía.

“Yo sé trabajar y quiero trabajar. No me gusta estar sin hacer nada, por eso quiero regresar”, insiste. A tres metros de él hay jóvenes recostados en la banqueta, unos dormidos y otros matando el tiempo.

Todos los días, después de desayunar e ir a misa, unos 300 migrantes salen a las calles de la zona metropolitana a buscar trabajo. Regresan a las 6 de la tarde, la hora en que se sirve la cena.

Para Salinas Flores, Trump no pudo construir el muro, y terminó poniendo a México como muro para contener a los migrantes.

“La Guardia Nacional, que fue creada para luchar contra la delincuencia, ahora hace el triste papel de luchar contra los migrantes. El presidente Lopez Obrador no sabe lo que está haciendo”, dice.

A México no le queda otra que darle abrigo a los migrantes; hay que apoyarlos, no nos queda otra, y van a ser las organizaciones civiles las que le entren a resolver los problemas, porque el gobierno local ni federal quieren hacerlo.

Casa INDI tiene en la zona metropolitana 13 albergues para atender a los migrantes y necesita despensas, medicinas, artículos de higiene para atender las necesidades de quienes llegan a diario a pedir abrigo y comida.

Quienes deseen donar pueden acudir a la Iglesia Santa Maria Goretti, ubicada en la Colonia Industrial, donde el padre Felipe de Jesús Sánchez y José Jaime Salinas recibirán toda la ayuda que llegue.

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